¿El fast fashion ha muerto o ha dado un paso más?
En los años 80 nacía el fast fashion, una nueva manera de hacer moda acortando tiempos de entrega y reduciendo los precios irrumpiendo en el mercado para llegar a cambiar las normas del consumo de moda .
El grupo Inditex se coronó como el líder de la transformación ofreciendo moda a precios asequibles para todos y lanzando nuevas colecciones cada pocas semanas.
No hay duda de que, en los ultimos años, este fenómeno ha tenido tanto fans como detractores.
En un momento delicado en el que la industria de la moda ha tenido que cerrar tiendas durante meses y ha visto en el eCommerce y la sostenibilidad un futuro claro, el fast fashion ha dado un paso más con la llegada de Shein.
Un titular de la revista de Modaes lo dice muy claro: El terremoto Shein.
A pesar de que las nuevas generaciones demandan transparencia y sostenibilidad, el gigante chino ha entrado pisando fuerte en Europa y cerró el último ejercicio con una facturación de 7.673 millones de euros. Desde 2012, ha experimentado un crecimiento medio del 100% y es posible que, a finales de este año, se corone como la mayor marca de distribución de moda del mundo.
Una fuerte estrategia de marketing y la entrega directa al consumidor desde proveedores son algunas de las claves de su éxito.
Para muestra un botón, en mayo de 2021, el número de descargas de la app de Shein superó a las de la app Amazon en Estados Unidos. ¿Cuál es el siguiente paso?
La diversificación
El pasado mes de noviembre, el terremoto llegaba a la tienda física con una alianza estratégica con otra fast fashion, Shana.
Shana que, tras un primer intento complicado en el que la cadena tuvo que cerrar en 2018 tras pasar por un concurso de acreedores, vuelve a la carga con el plan de abrir 50 nuevas tiendas en los próximos años y facturar 15.000 millones de euros.
¿Qué pinta Shein en todo esto?
Redirigir los stocks sobrantes y gestionar sus devoluciones. Muchas compras del fast fashion son compras compulsivas que acaban en tasas de devoluciones que suelen superar la media española en devoluciones de moda que se sitúa en el 30%.
Al ofrecer estos productos en las tiendas físicas con aún mayores descuentos, el gigante asiático se asegura recolocar productos y acercarse a otro tipo de consumidor menos digital.
El fast fashion se ha acelerado y hasta los pure players más digitales encuentran en el mundo físico un aliado necesario para su desarrollo. ¿Es un modelo de negocio que viene para quedarse o es algo pasajero?
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